martes, 18 de abril de 2017

El misterio de Yurika

   Ha llevado toda su vida investigando nuevas tierras y sus secretos, descubriendo territorios y observando especies desconocidas. Esa era la vida de Mike Ryder, un privilegiado arqueólogo de Wisconsin, quien estaba atónito con el hecho de que había sido elegido para inspeccionar Yurika, una isla descubierta hacía muy poco tiempo cerca de las costas de Colombia y cuya fauna, flora y geografía permanecían como un misterio.

   Al arribar luego de un largo vuelo a Bogotá un cálido sábado, se dirigió al Laboratorio de Ciencias Geográficas de Colombia, en donde le presentaron a quien sería su compañero de trabajo, el licenciado Antonio Venegas, quien solamente tenía 29 años de edad. Tuvieron sólo tres días antes de embarcar hacia la isla. Aprovecharon ese tiempo para conocerse, preparar sus valijas y hacer algunas investigaciones clave, como las probabilidades de vida en ese tipo de clima.


   El jueves por la tarde Mike y Antonio finalmente llegaron a la misteriosa isla luego de un arduo viaje por el Pacífico, bordeando las costas colombianas. Al desembarcar sintieron una húmeda brisa en sus rostros. Después de una larga caminata bajo el crepúsculo llegaron a una amplia pradera. Los árboles no eran muy abundantes y la fauna era nula. El leve rocío en el suelo hacía que el césped se iluminara. Sin embargo, eso no fue lo más llamativo para los hombres, ya que Antonio divisó a la lejanía un inmenso arcoiris que parecía estar incrustado de diamantes por su admirable resplandor. Al no tener ningún rumbo establecido, los arqueólogos llegaron a preguntarse qué había más allá de este, y lo usaron como una guía en su expedición, sin comprender qué les deparaba el destino.

   Cuando arribaron al final del sendero quedaron anonadados por una impresionante estructura en estado de soledad y abandono. Esto les hizo preguntarse qué tan solos se encontraban en la isla. Luego de debatir unos minutos la curiosidad los dominó y como dos niños entraron a esa casa. Al entrar los sorprendió que lo único que se encontraba dentro era un espejo y una escalera.

   El aire era húmedo y frío. La luz que entraba era muy escasa y apenas veían sus reflejos en el tenebroso espejo. Sabían que no debían seguir ahí, por su propio bien, pero no llegaron tan lejos por nada, por lo que tomaron una linterna, la encendieron y siguieron revisando la casa. Había maderas rotas y podridas por doquier. Al inspeccionar el sitio, notaron que no había nada fuera de lo común, por lo que decidieron juntar valor y bajar por las oscuras escaleras hacia lo que parecía ser un sótano. 


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   El frío era notoriamente mayor ahí abajo y un leve hedor putrefacto ambientaba el lugar. Por un momento el mayor temor de Michael y Antonio era el de encontrar un cadáver, huesos o algún resto humano de esa índole. Había innumerables libros y testamentos, de todo tipo y forma, pero un nombre era bastante resaltado en muchos de ellos: Yurika. Ahora todo tenía sentido, la isla llevaba ese nombre, pero, ¿quién era Yurika? y otro pensamiento importante que tuvo Antonio, ¿cómo llegó a conocerse ese nombre como para bautizar a la isla sin que su historia fuera revelada? No tendrían esta duda por mucho, ya que su curiosidad nuevamente los llevó a abrir un libro escrito en japonés, lo que no fue sorpresa para los hombres. Siguieron buscando y finalmente encontraron una versión en español. Era una leyenda sobre una deidad antigua, de una religión desconocida por los arqueólogos. Tenía una semejanza con el islamismo, ya que Yurika era un profeta de un dios llamado Himiko, y por alguna razón que no aparece en el libro (ya que también encuentran que hay páginas que fueron arrancadas) ella se vió obligada a peregrinar hacia América del Sur, más específicamente, las costas de Colombia.


   En ese instante, se oyó que la puerta se cerraba de golpe y las baterías de las linternas se acababan, lo que fue aterrador para los hombres. De repente, un foco de luz que no funcionaba inesperadamente se encendió, revelando la fuente del hedor que inundaba el ambiente, un cuerpo femenino a medio descomponer con claros cortes en sus brazos y una daga cerca suyo. La primera reacción de Mike fue voltear y vomitar, mientras que Antonio, ante la desesperación, intentó abrir la puerta sin ningún éxito alguno. Mike al levantar la mirada notó que el cadáver tenía una tiara, lo que parecía indicar que el cuerpo pertenecía a una mujer de la realeza, o con un gran posicionamiento o importancia. Ahí fue cuando Mike intentó calmar a Antonio para que escuche su conclusión. Estaban frente al cadáver de Yurika, y ésta se había tenido que suicidar para cumplir su profecía, tal vez esa es la razón por la cual faltaban páginas en el libro, pero aún así, ¿quién las había sacado? ¿Había alguien más que supiera sobre Yurika?

   En ese momento la débil luz del foco se apaga y minutos después, también lo hacen las linternas, y quedan en una completa penumbra. El terror recorre las venas de los viajeros, ya que no podían escapar de ese sótano. Más adelante, se oye que nuevamente se abre la puerta principal, y pasos. Oían como lentamente se aproximaban y se hacían más fuertes, igual que los latidos de sus corazones. La imagen de un Naginata se asoma antes de ver un hombre de dimensiones inimaginables con una armadura samurai. No había nada más que hacer, simplemente aceptaron su destino y no presentaron batalla contra el temible guerrero.

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Esto es una demostración de lo que estamos trabajando en literatura, que tuvimos que imaginar un cuento a través de una pequeña descripción de no más de 30 palabras sobre un simbolismo de nosotros mismos. En base a eso, se nos reunió en grupos para ver distintos simbolismos y trabajar uno en común, por lo que con mis compañeros decidimos tomar cada simbolismo y meterlo en una misma historia, en vez de combinar todos y hacer uno totalmente diferente. Una vez terminado, se nos recomendaron capítulos de un texto de "El arte de la ficción", de Lodge. Por mi parte, basé el relato en el capítulo 12, "El sentido del lugar". Este capítulo me ayudó bastante a generar suspenso a lo largo de la historia, ya que el contexto del ambiente permite visualizar la tensión a lo largo del cuento. Personalmente, fue entretenido e interesante escribir mi cuento, y el hecho de haber leído ciertos capítulos de Lodge facilitó notoriamente mi trabajo.

1 comentario:

  1. ¡Menudo trabajo el de estos arqueólogos! Veo que continuaste trabajando en el relato y que ampliaste notablemente la versión anterior. Hay algunas cuestiones para seguir pensando, en función de futuras producciones, como el motivo por el que contrataron a dos arqueólogos (¿se esperaba que investigaran una antigua civilización?) o cuál es el vínculo entre los dioses japoneses y la isla cercana a Colombia.
    Desde una mirad más técnica, podemos preguntarnos qué función tiene el espejo en el relato. ¿Para qué incluirlo en el "mobiliario" del cuento? La escalera, en cambio, me parece un elemento simbólicamente productivo, especialmente porque conduce al sótano: los relatos míticos están llenos de descensos (o catábasis, como la llamaban los griegos) a los infiernos o a lugares misteriosos, a otras dimensiones temporales y/o espaciales. Esta sería una interesante punta para seguir trabajando tu relato, ¿no te parece?
    El comentario a tu trabajo es un poco breve. Me quedé con ganas de saber más sobre cómo pensaste tu texto, qué modificaciones fuiste introduciendo y principalmente qué ideas de Lodge te sirvieron, en qué segmentos de tu historia.

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